NORMALISTAS QUE PROTESTAN POR LA DESAPARICIÓN DE LOS 43 DE AYOTZINAPA LANZARON PETARDOS A LA SEDE DEL SENADO DE LA REPÚBLICA Y LASTIMAN EN UN OJO A SENADORA DE MORENA  

Normalistas, manifestantes y padres de los estudiantes desparecidos de Ayotzinapa realizaron ayer una fuerte protesta afuera del Senado de la República donde lanzaron petardos, esto en medio de la conmemoración del décimo aniversario de la desaparición de los 43 ocurrida en la llamada "noche de iguala" el 26 y el 27 de septiembre de 2014.

Al interior del recinto, autoridades de Protección Civil replegaron al personal que se encontraba en el Patio de Federalismo en las instalaciones legislativas. Derivado de los petardos lanzados, la senadora de Morena, Lucía Trasviña, resultó lesionada en un ojo mientras se discutía la reforma al Poder Judicial, situación que denunció el presidente de la Mesa Directiva del Senado, Gerardo Fernández Noroña,

Al iniciar la segunda sesión ordinaria, Noroña expuso que la senadora Trasviña tenía la ventana de su oficina abierta, cuando los manifestantes lanzaron al interior del Senado varios petardos.

"Había dicho que sólo hubo algunos daños materiales. Lamentablemente no es así, la senadora Lucía Trasviña que tenía abierta su ventana, recibió los efectos de una de las explosiones, se le lastimó el ojo derecho, se le alteró la presión, se le tuvo que poner oxigeno", dijo.

Sin embargo, aclaró, que la senadora Trasviña, "es tan de una pieza" que está atendiendo desde su oficina la sesión y votará la reforma de la Guardia Nacional.

En el marco del décimo aniversario de la desaparición de los 43 de Ayotzinapa, los normalistas han organizado una serie de protestas en la Ciudad de México. El primer lugar de manifestaciones fue la Secretaría de Gobernación (Segob) en avenida Bucareli, donde lanzaron petardos y escribieron pintas como “fue el gobierno maldito” y “para el Estado ser estudiantes es un pecado, ser normalista, un crimen”, entre otros.

El caso Ayotzinapa es más que el horror de la ausencia de 43 jóvenes de entre 17 y 25 años, una gota en el océano de los más de 115 mil desaparecidos que tiene México. Es una herida abierta.

Su investigación ha sido un cúmulo de irregularidades y manipulaciones, donde la verdad ha ido apareciendo a cuentagotas gracias al escrutinio internacional que han tenido los dos gobiernos que han indagado el caso.

Diez años después se conocen más detalles del ataque y de su encubrimiento, pero todavía no está claro cuál fue el destino de los alumnos de magisterio de la Normal Rural de Ayotzinapa. Las autoridades consideran que fueron asesinados, pero solo se han encontrado fragmentos óseos de tres de ellos.

Las familias aseguran que falta voluntad política para llegar a la verdad porque si el gobierno actual consideró el caso como un “crimen de Estado”, el Estado debe saber qué pasó, por qué y quién oculta información.

La reciente serie documental que recientemente lanzaron MAX y HBO, titulado ″Los 43 de Ayotzinapa: Un Crimen de Estado″ habla sobre uno de los eventos más impactantes y dolorosos en la historia reciente, un hecho que sacudió a México y al mundo: La desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en Iguala, Guerrero, el 26 de septiembre de 2014.

A través de cinco episodios, el documental presenta una investigación profunda que expone nuevas pruebas y analiza las complejidades detrás del caso. Con testimonios de periodistas, expertos, familiares y sobrevivientes, la serie da voz a aquellos que han exigido respuestas por casi una década.

La serie documental examina cómo los jóvenes fueron atacados por policías locales, en colaboración con otros actores y cómo la llamada "verdad histórica” ha sido cuestionada. La cual sostenía que los estudiantes fueron detenidos por la policía, entregados a una organización criminal y posteriormente asesinados y calcinados en un basurero.

Ha sido uno de los crímenes de la historia reciente de México de mayor impacto dentro y fuera del país y en él confluyeron la violencia, la corrupción y la impunidad.

Conmocionó que las víctimas fueran estudiantes, pero también el terrible relato de cómo los jóvenes pudieron ser apilados y quemados en una hoguera para después arrojar sus cenizas a un río. Y más tarde descubrir que toda esa versión oficial de los hechos era falsa y había sido elaborada desde las más altas instancias del poder.

Fueron dos crímenes en uno, confirmó después la fiscalía: primero la desaparición forzada, luego la mentira.

El gobierno mexicano actual determinó que el ataque en la ciudad de Iguala fue un “crimen de Estado”, apuntó al tráfico de heroína como posible desencadenante y confirmó que un cártel local actuó coludido con fuerzas de seguridad y autoridades locales, estatales y federales, militares incluidos. Pero después de dos administraciones, decenas de detenidos y una investigación plagada de irregularidades siguen faltando respuestas.