El Alfil Negro

LEX TALIONIS

Por Ramón Ortiz Aguirre

Supplicem hominem opprimere, virtus non est, sed crudelitas”
(Abatir a un hombre suplicante no es valentía, es crueldad)

Publilio Syro

Debido a la falta de seguridad que vivimos todos los días, algunas personas han querido hacer justicia por su propia mano, convirtiéndose en “vengadores urbanos”. También conocidos como “vengadores anónimos”, quieren imitar a los superhéroes de Marvel o DC, y se lanzan a las calles en busca de justicia, desfaciendo entuertos en el transporte público, en los parques y en cualquier otro lugar donde se dé la oportunidad.

 

El actuar de estos vengadores no es nada nuevo ni inesperado, mucho menos en nuestra ciudad donde la policía, tanto la municipal como la estatal, sirve para dos cosas y ninguna de ellas es la eficiencia en la lucha contra el crimen común, ¡mucho menos con el organizado! Así lo demuestran los recientes linchamientos ocurridos en nuestra zona conurbada; primero el sucedido el día 12 de febrero en el naciente municipio de Villa de Pozos, cuando una mujer recibió una golpiza de santo y señor mío tras cometer un ilícito y que, al final, terminó amarrada como si fuera un paquete. Afortunadamente, el ataque en su contra no fue mortal y consiguió ser llevada al hospital, aunque una vez se reponga, será llevada ante las autoridades competentes, a espera de ser juzgada como es debido y se le aplique todo el peso de la ley.

 

Otro linchamiento reciente ocurrió en pleno día del amor y la amistad, cuando un individuo intentaba robar un local comercial de la colonia Ricardo B. Anaya. Al ser sorprendido en plena faena delictiva, fue golpeado brutalmente por propios y vecinos, con tanta saña que ni el “Canelo” Álvarez se hubiera atrevido a tanto en una de sus peleas. En la trifulca se escucharon gritos que pedían incluso su ejecución y que lo colgaran. Lo hubieran hecho, no queda duda, si no fuera por un alma piadosa que mejor recomendó se le emplayara con plástico en un poste para que sirviera de escarmiento y advertencia. Como siempre, la policía llegó tarde y ya no encontró a los vengadores del barrio, solo al agonizante individuo que finalmente falleció en el hospital.

Entendí la importancia del código gracias a la audioguía, pero también a los recuerdos de mis clases de historia en la educación primaria y secundaria. Igualmente comprendí que la manera en que se planteaba la justicia en este documento salido de otra época, hoy por supuesto que es anacrónico. Siglos de luchas sociales y civiles, así como de refinamiento en la comprensión de la justicia, el castigo y la ley, nos protegen hoy de la violencia y nos cuidan de no ejercerla nosotros mismos. Sin embargo, sé que, aunque me parezca inconcebible e incomprensible, hay gente que decide aplicar la ley por su propia mano. El pretexto es sencillo, aunque no excusable: nuestras policías no actúan con excelencia, nuestros jueces liberan rápidamente a los delincuentes, nuestras calles se llenan siempre de criminales reincidentes. El hartazgo y la frustración son comprensibles, ¿pero debemos aplicar por nuestra cuenta la “Ley del Talión”? Lea usted mismo y decida:

Si un hombre vacía el ojo de otro hombre, se vaciará su ojo.

Si rompe un hueso de otro hombre, se le romperá el hueso.

Si un hombre arranca un diente a un igual, se le arrancará su diente.

Si un constructor construye una casa para alguien, y no lo hace adecuadamente, y la casa se hunde y mata a su propietario, el constructor será ejecutado.

Si mata al hijo del propietario de la casa, el hijo del constructor será ejecutado.

Representación Código de Hammurabi escrito en 1750 AC.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Ajedrez Político SLP.

RAMÓN ORTIZ AGUIRRE

ramon.ortiz.aguirre@gmail.com

Originario del Centro Histórico de San Luis Potosí, Profesor Investigador de la Facultad de Ingeniería de la UASLP y Jefe de la División de Difusión Cultural de la misma institución, actualmente jubilado. Especialista en agua y medio ambiente.

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