El alfil negro
Por Ramón Ortiz Aguirre
PASTA DE CONCHOS
“Patienta vincit Omnia”
(La paciencia todo lo vence)
El 19 de febrero del 2006, en la mina 8 de la Unidad Pasta de Conchos de la Industrial Minera México, ubicada en Coahuila, laboraban 73 mineros bajo condiciones de seguridad precarias y lamentables. Éstas habían sido reportadas desde el año 2000, pero fueron ignoradas tanto por la empresa como por las autoridades federales. El 12 de julio de 2004, otra inspección reportó 43 violaciones directas a las normas de seguridad e higiene, ordenando se tomaran 48 medidas, algunas de extrema urgencia. La intención era que el trabajo de los mineros fuera seguro para evitar accidentes; sin embargo, las autoridades de la Secretaria del Trabajo del gobierno de Vicente Fox, ignoraron el reporte. Consecuentemente, omitieron supervisar que la empresa cumpliera con el trabajo de seguridad necesario.
A las 2:30 de la madrugada del 19 de febrero referido, se sacudió la zona minera por un terrible estallido causado por acumulación de grisú, un metano que tiene la particularidad de ser altamente inflamable. Este gas, al mezclarse con el aire en determinadas proporciones, genera atmósferas explosivas. Con este accidente inmediato, 65 de los 73 mineros que trabajaban en el interior de la mina quedaron atrapados. Tras las primeras labores de rescate, solamente se pudieron recuperar dos cuerpos. 63 personas tuvieron su tumba en Pasta de Conchos.
La vida de los mineros no es fácil. Se vive permanentemente en riesgo, y aunque ellos lo saben bien, las empresas deben de brindarles todas las medidas de seguridad necesarias, cosa que no hizo la Minera México. Los distintos peligros al que se enfrenta el hombre en la mina han sido ya contados y cantados en muchos lugares, y en formas diferentes. Así, por ejemplo, un viejo corrido, conocido como “La mina vieja”, narra en sus estrofas el sentir de un minero:
“Ya dan las tres y al tiro me presento/ con paso lento y agitadamente/ ya me conduzco a las salas de la muerte/ donde me dicen que es un duro afanar/solo un recuerdo te pido para mi alma/ y a donde este te mandaré mi queja/ me voy querida para la mina vieja/ solo Dios sabe si algún día volveré/ tocan los pitos del segundo frente/ para bajar aquel escalereado/ para bajar con muchísimo cuidado/ donde el minero nos lo designará”.
Vicente Fox y sus entonces secretarios, Carlos Abascal y Francisco Xavier Salazar Sáenz fueron omisos ante la tragedia. Dejaron pasar el tiempo, ya que el fin del sexenio estaba próximo. A su vez, cuando llegó al poder Felipe Calderón las cosas no cambiaron. Tanto él como su secretario del Trabajo, Javier Lozano, quisieron sepultar en el olvido la desgracia de la mina colapsada y sus 63 mineros atrapados. No les importó el dolor de las familias de las víctimas, para ellos era mucho más importante no molestar a Germán Larrea propietario del Grupo México.
A los presidentes panistas poco o nada les importó la recomendación 26/2006 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, donde se determinó que “los servidores públicos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social toleraron que la referida empresa funcionara en condiciones que no garantizaban íntegramente la salud y la vida de los trabajadores”.
En la campaña presidencial del 2006, Andrés Manuel López Obrador hizo hincapié en la necesidad de atender a los deudos de Pasta de Conchos, pero al no llegar a la presidencia poco o nada les interesó su propuesta a quienes se quedaron con el poder. Luego, en la campaña de 2012 insistió en la necesidad del recate de los restos mortales de los mineros, pero fue ignorado una vez más, aunque en Torreón sí prometió a padres y familiares de los mineros que, de llegar algún día a la Presidencia, sí buscaría y rescataría los cuerpos de los mineros.
Por esta razón, una vez ungido con la banda presidencial en 2018, recordó y reiteró lo que había prometido, iniciando los trabajos geológicos necesarios para encontrar a quienes murieron en su labor como mineros. La promesa del presidente no solo fue para los familiares de los caídos, sino también para todo México que no quitaba el dedo del renglón. Recientemente, Andrés Manuel se reunió en Nueva Rosita, Coahuila, con los familiares de los mineros desaparecidos para informarles que ya se han localizado a las primeras 13 víctimas y que con este aliciente se cree posible el rescate de los que faltan.
Desde el día del accidente han transcurrido 18 años, casi dos décadas, pero este presidente ha cumplido su promesa, brindado esperanza a los familiares, quienes no la han tenido fácil, pero su paciencia todo lo vence. Igualmente, ante las familias de las víctimas, la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, ha refrendado el compromiso de la 4T, para no descansar hasta que los restos de todos los mineros, puedan ser entregados a sus deudos, los que nunca han perdido la esperanza.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Ajedrez Político SLP.
RAMÓN ORTIZ AGUIRRE
Originario del Centro Histórico de San Luis Potosí, Profesor Investigador de la Facultad de Ingeniería de la UASLP y Jefe de la División de Difusión Cultural de la misma institución, actualmente jubilado. Especialista en agua y medio ambiente.