Los Expedientes del Imperio

Por Jaime Contreras Huerta

Un negociador agresivo  

En febrero de 2017, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, afirmó en varias ocasiones, que México financiaría la construcción de un muro a lo largo de la frontera para sofocar el problema de la inmigración. La respuesta del entonces presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, fue clara: Nunca pagaría por ello. La reacción de Trump fue que el muro "sería diez pies más alto". Esta respuesta, según sus críticos, puso de manifiesto el  estilo de negociación de Trump,  basado en una posición de poder y dominación, con un enfoque agresivo y poco cooperativo que, ignora un principio fundamental de la diplomacia: “Independientemente del resultado final, las negociaciones deben permitir que todas las partes involucradas tengan la oportunidad de salir airosas”.

 

Sus críticos también consideran que, desde la publicación de su libro, "El arte del acuerdo", Donald Trump ha defendido la postura de negociar siempre desde una posición fuerte con un perfil de negociador extremadamente competitivo, que pueda generar tensiones significativas para la otra parte. Según los expertos en el tema, este enfoque se caracteriza por su inflexibilidad, ya que busca beneficios a su favor sin considerar los intereses de sus oponentes. Este estilo es común en negociaciones internacionales donde se percibe una relación de poder desigual. Sus principales características son:  La orientación unilateral al resultado, el uso de estrategias como la imposición de plazos estrictos, amenazas y la exageración de su posición de supremacía para forzar concesiones y evitar alternativas colaborativas, priorizando acuerdos según sus términos. 

 

En materia de comunicación utiliza un lenguaje directo, a veces agresivo, para imponer su posición, destacando sus puntos fuertes y minimizando las reacciones de la contraparte. Tiene alta tolerancia al conflicto porque no teme intensificar tensiones, si considera que esto puede otorgarle una ventaja estratégica, aún cuando se puedan deteriorar las relaciones diplomáticas y concibe el proceso negociador como un juego de suma cero, donde su ganancia implica necesariamente que el otro pierda.

 

En pocas palabras, el estilo competitivo y agresivo de Donald Trump está enfocado a ganar a costa de la otra parte. Se basa en la idea de negociar desde una posición de poder, utilizando tácticas que incluyen amenazas y demandas extremas para establecer su posición inicial de supremacía en las negociaciones. Esto puede generar resultados inmediatos, pero puede afectar las relaciones bilaterales a largo plazo.

 

Si bien, este perfil puede lograr resultados, en el corto plazo, sobre todo, en escenarios donde tiene una posición de fuerza, también presenta riesgos significativos, como la pérdida de confianza, represalias futuras y dificultad para construir alianzas confiables. Los expertos en este tema consideran que, en negociaciones internacionales, donde la cooperación es crucial para enfrentar desafíos globales como el cambio climático o la seguridad transnacional, este tipo de perfil de negociador puede resultar contraproducente y perjudicar la estabilidad a largo plazo.

Por otra parte, Trump es considerado un pionero en el uso de las redes sociales para acciones de diplomacia digital, que le ha permitido una comunicación más directa y menos filtrada con las audiencias y con líderes internacionales. Esta estrategia ha facilitado la expansión de sus mensajes, en tal medida, que algunos de ellos son considerados declaraciones oficiales que generan incertidumbre en las relaciones bilaterales.

 

Esta transformación en la diplomacia moderna es ya un estilo que otros líderes utilizan para interactuar y negociar en la era digital. En este contexto, se habla de una reconfiguración del panorama diplomático donde las interacciones se vuelven más inmediatas, pero también más susceptibles a la controversia. Por ejemplo, los tweets de Trump han influido en eventos globales, como la guerra comercial con China y las negociaciones sobre el Tratado de Libre Comercio (TMEC).  Sus amenazas de  imponer  aranceles, a las exportaciones mexicanas  provocaron reacciones rápidas de la presidenta Claudia Sheinbaum para responder a este tipo de  mensajes coercitivos, ya que dos días después de que Donald Trump, amenazó con imponer nuevos aranceles a las exportaciones de  Canadá y México, declaró que había hablado con la presidenta mexicana y que la mandataria "acordó detener la migración a través de México", luego en  un mensaje publicado en  su cuenta de Truth Social, el pasado  miércoles,  dijo que esto significaba "efectivamente cerrar nuestra frontera sur", y consideró que había sido una "conversación muy productiva". Sin embargo, la presidenta Sheinbaum le respondió con un mensaje en la red social X: “En nuestra conversación con el presidente Trump, reiteramos que la postura de México no es cerrar fronteras sino tender puentes entre gobiernos y entre pueblos".

 

Ambos guardaron silencio, sobre lo que conversaron en cuanto la imposición de aranceles a las exportaciones de México, pero es muy probable que, por el estilo competitivo y agresivo para negociar, así como el comportamiento irracional del presidente electo de Estados Unidos, la amenaza se cumpla, en gran medida, porque es un compromiso que tiene con los electores que le dieron un triunfo contundente en las elecciones del pasado mes de noviembre. Por lo pronto, Donald Trump, de forma implícita, muestra indicios de que México cerrará fronteras para frenar la inmigración al territorio estadounidense y que, aun así, impondrá aranceles a las exportaciones mexicanas.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Ajedrez Político SLP.

JAIME CONTRERAS HUERTA

jcontrerash44@gmail.com

Maestro en Historia por el colegio de San Luis A.C. y Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

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