EL PRIMER MINISTRO DE AUSTRALIA Y LOS PADRES DE LOS HERMANOS ROBINSON ASESINADOS EN ENSENADA, BAJA CALIFORNIA, LAMENTAN Y LLORAN SU MUERTE


Los padres de los dos hermanos Robinson asesinados en México dijeron ayer miércoles tener el “corazón roto” por la muerte de los dos surfistas australianos, cuyos cuerpos empezaron a ser repatriados hacia su país.
“Nuestro corazón está roto y el mundo se ha vuelto un lugar más oscuro para nosotros”, dijeron Debra y Martin Robinson desde la ciudad californiana de San Diego en su primera declaración pública.
Sus hijos Callum y Jake, además de su amigo estadounidense Jack Carter, desaparecieron a finales de abril en el turístico municipio mexicano de Ensenada, donde acudieron a practicar surf.
Sus cuerpos fueron hallados el pasado viernes en un pozo de un acantilado con disparos de bala. Según la fiscalía, el trío fue víctima de un asesinato y un intento de robo por el que fueron detenidos tres sospechosos.
El primer ministro de Australia, Anthony Albanese lamentó la "trágica" muerte de dos surfistas de su país y un estadounidense, asesinados a tiros en un robo en el noreste de México y envió sus condolencias a las familias de este "trío de "jóvenes maravillosos" fallecidos en Baja California.
"Esto es un incidente trágico y, a la familia y amigos de estos jóvenes australianos, creo que los pensamientos de toda Australia están con vosotros en este momento difícil", afirmó el primer ministro.


Jake Robinson era médico y vivía en Australia; Callum, su hermano, era jugador de Lacrosse y residía en los Estados Unidos. Ambos compartían su gusto por el surf e, incluso, subían fotos a sus redes sociales entrenando y practicando.
Una fuente judicial en México explicó que sus cuerpos “habían partido” de la funeraria en Ensenada para ser trasladados a Tijuana, en la frontera con Estados Unidos, donde iban a ser embalsamados antes de llevarlos a San Diego.
Desde esa ciudad californiana, los padres de los hermanos australianos agradecieron “el abrumador apoyo” recibido desde la noticia de su desaparición.
“Ahora es hora de llevarlos a casa, con su familia y sus amigos y las olas del océano en Australia”, dijo su madre Debra antes de romper a llorar.
