Caballo Cultural
Por Pedro Félix Gutiérrez
Bibliografía básica para nuevos políticos
Reciclados o no los políticos que están en su labor habrían de reconocer en la "respuesta de espejo" que los psicólogos sociales diseñamos por allá en la década de los setentas que el "yo" de la burocracia, el vedetismo y la improvisación no son, ni serán más, el camino para México.
Innumerables estudios de los clásicos de la administración y la burocracia como Weber, Fayol, y Aguilar, entre otros, han señalado a través del conocimiento y el análisis que el ejercicio del poder - delegado, asumido, conquistado, retenido-, forma parte de los envejecidos cuerpos en la administración pública.
Por supuesto que en el "sui géneris" sistema político mexicano, "la costumbre del poder", "el estilo personal de gobernar" y los ritos, prebendas y canonjías que esto genera han alimentado despiadadas tesis, profundos análisis y sabías conclusiones de analistas políticos, administradores, novelistas y científicos sociales sobre quienes han usufructuado la incipiente democracia mexicana.
Desde la novela de la revolución mexicana, los textos de Luis Spota, los libros de Daniel Cosío Villegas, los ensayos políticos de Octavio Paz y los nuevos teóricos de la administración pública como Kelman, Pérez Aramburu y Jode Jackson, hay de chile, de dulce y de manteca para dar repartir y conocer.
Pero el pueblo en su inconsciencia e indolencia que producen la ignorancia, contribuye a los ritos sexenales y trianuales de las elecciones y la esperanza -siempre en proporción de menos del cincuenta por ciento del total electoral excepto la última elección presidencial-, porque las más de las veces la credencial del INE, antes IFE, sólo sirve como identificación.
El desprestigio acumulado de "la clase gobernante", su descrédito es una percepción generalizada y se relaciona con la ineficiencia y la corrupción. Así con este pesado lastre a los gobiernos les resulta poco menos que imposible legitimar su accionar. Esa precepción está en la conciencia de todos dado que al parecer desde la década de los cuarenta del siglo pasado no ha existido un liderazgo en nuestro país que haya ido en paralelo con las necesidades y expectativas de la población, frustrando expectativas en cada transición y generando desazón social e indiferencia.
Según Luis F. Aguilar conviene tener presente que la cohesión social, es decir, "la coordinación, estabilidad, integración, seguridad y prosperidad de una nación, tiene varios soportes de sustentación" como son -entre otros-, la regulación/coacción del Estado, los intercambios de bienes y servicios en el mercado y los vínculos sociales de reconocimiento, apoyo/afecto y solidaridad que están presentes en las familias, en algunas empresas y en las organizaciones sociales.
Por supuesto, el autocontrol personal -nos dice Luis- es parte fundamental de estos factores para que pueda existir coordinación, la regulación, el entendimiento y el equilibrio entre personas y grupos de una sociedad. Y esto sirve para que esa sociedad aproveche oportunidades, contenga peligros y amenazas y realice sus proyectos.
Por múltiples razones nos dice el autor -entre otras-, retraso económico, pobreza, marginación, incomunicación y conflicto. La sociedad mexicana desde los siglos XIX y XX ha sido una "criatura estatal" durante décadas, monopolizando prácticamente todos los aspectos de la vida pública, limitando y asfixiando toda acción independiente.
Y dando por sentado que la esfera pública está constituida solo por los poderes públicos, sin lugar para el ciudadano común, los ciudadanos son destinatarios y/o beneficiarios, no sus sujetos.
Este protagonismo Estatal mostró sus límites a partir de los años ochenta debido a la recurrencia de sus crisis: La fiscal, la administrativa y la política. La respuesta que estamos viendo es la democratización del régimen político y la liberación de la economía con todos sus beneficios y espantosas consecuencias.
Sobre todo si observamos el empobrecimiento de la política social. Ahora el camino es la lucha contra la pobreza y descuidamos el desarrollo integral, la protección de la inteligencia, el desarrollo de la ciencia y la tecnología. No hay recursos, para eso no alcanza.
Y desgraciadamente, señala David Ibarra, en el campo del conocimiento sigue probando una separación analítica entre las disciplinas estudiosas de la democracia, la economía y la política social.
Ahora nos ha dado por la alternancia de gobierno con los magros resultados que, dada la sociedad de la información, todos los mexicanos hemos visto y conocemos la salida - dice David- ha sido espuria pues ha consistido en elegir un gobierno distinto, que dadas las rigideces de las estrategias económicas y fenómenos asociados a la globalización, resultan igualmente impedidos para satisfacer necesidades.
Así se asegura la reproducción de la clase política, la reingeniería de las élites pero la de los valores de una democracia, pues se va de la asignación eficiente de los recursos al dispendio pero no a los temas fundamentales de la distribución y satisfacción de las necesidades de la población, tema central de cualquier política social.
Las manifestaciones del mundo actual son: La exclusión social, el multiculturalismo, la mujer y el hombre en los nuevos roles de familia, la crisis del Estado moderno, la pobreza galopante, la legitimidad y la igualdad como aspiración incumplida.
La sociedad tiende a desarrollarse en un panóptico tipo de arquitectura penitenciaría del Siglo XIX donde todos nos vigilamos a todos. Y no estamos hablando de lo que nos es común, reconociendo la riqueza de nuestras diferencias y buscando nuevas formas de convivencia ciudadana, frente a la migración y el aislamiento.
Por eso tal vez convenga leer los textos de historia de México y civismo de la primaria y la secundaria, la geografía básica del estado, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y la historia básica de San Luis Potosí en nuestro caso.
Y por otra parte si se desea dejar atrás la infancia espiritual pues están gratis en la red los clásicos de la filosofía política, entre otros: La República de Platón, sus diálogos, las cartas y las leyes. En la política de Aristóteles encontrarán la poética, la política y la retórica, así como el tratado de la lógica y la reproducción de las ánimas, ahora que ya hay reelección en municipios.
En La Ciudad de Dios de San Agustín están los tratados morales, las confesiones, las cartas y los escritos filosóficos; por supuesto Maquiavelo quien le dijo a Lorenzo de Medici, el protector de Miguel Ángel, "para conocer la naturaleza de los pueblos hay que ser príncipe y para conocer la de los príncipes hay que pertenecer al pueblo, pues se conoce mejor el fondo de los valles cuando se está en la cumbre de la montaña".
En La Utopía de Tomás Moro leeremos sobre la isla y sus agricultores, las ciudades, sus magistrados y el trabajo, los comerciantes y las costumbres. Sin duda alguna El Leviatán de Tomás Hobbes nos hará ver sobre las sensaciones y las creencias, el lenguaje, los defectos el poder y la dignidad. Finalmente tal vez pueda auxiliarnos el leer El Contrato Social de Juan Jacobo Rousseau.
El hombre ha nacido libre y sin embargo vive en cadenas todas partes, no ha dejado de ser esclavo y el papel no lo desempeña lo que él haya sido o vaya a ser, sino lo que sigue siendo, "el tejido de sus recuerdos" pues las cosas no son como las vemos sino como las recordamos.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Ajedrez Político SLP
Es académico investigador por la UASLP la cual ha publicado sus libros es considerado buen escritor y poeta sus columnas periodísticas son culturales