Los Expedientes del Imperio

Por Jaime Contreras Huerta
Transición con recesión
La incertidumbre económica estadounidense derivada de las declaraciones del presidente Donald Trump sobre una posible recesión, ha generado diversas especulaciones sobre sus políticas económicas. En este escenario, los analistas no descartan la posibilidad de que ocurra y consideran que una recesión afectaría a los más pobres y a la clase media estadounidenses, pero favorecería a los ricos. Donald Trump, en una entrevista reciente con Fox News, mencionó que la economía de Estados Unidos está pasando por un “período de transición”, debido a los cambios económicos que su administración está realizando, sobre todo, a través de su política arancelaria. Esta afirmación causó nerviosismo entre los inversionistas y aumentó la incertidumbre en el mercado.
La prosperidad económica que prometió durante su campaña se ve muy lejana, en gran medida por su aceptación de un posible período de dificultades económicas, que tiene a los ciudadanos, en un estado de vacilación, intentado interpretar las verdaderas intenciones detrás de estas políticas. La amenaza de una recesión provocó que “los mercados ajustaran y en consecuencia aumentó la volatilidad en el mercado. Esta realineación de expectativas está alterando fundamentalmente los cálculos económicos de empresas e inversores, con implicaciones potencialmente profundas para la economía estadounidense y global”.
El analista Enrique Galván Ocho publicó con mucho tino que "el presidente de los Estados Unidos Donald Trump no puede andar amenazando a todo mundo, incluyendo México, con sanciones arancelarias sin considerar que su política tarifaria produzca una recesión que ya provocó pérdidas de las bolsas de valor newyorkinas por miles de millones de dólares. Se trata de una pesadilla que apenas lleva dos meses en la Casa Blanca provocando que se muevan los capitales de los grandes inversionistas, pero también los fondos de los pequeños ahorradores y los trabajadores en retiro. La edad de oro que prometió se está convirtiendo en un horror”.
El modelo económico, de corte nacionalista, que está impulsando Donald Trump pretende reducir la dependencia de Estados Unidos de las importaciones internacionales. Esta postura es contraria a la economía global o globalista. La transición hacia una economía menos globalizada, como la que Trump pretende instaurar, podrían generar efectos negativos de alto impacto en la economía estadounidense.
En el actual tablero de la economía mundial, dos corrientes opuestas están operando para imponer sus proyectos económicos: el globalismo y soberanismo. Los primeros están a favor de la interconexión económica y la desaparición de las fronteras comerciales, en tanto que los segundos, buscan proteger las economías nacionales y la autosuficiencia. En este escenario, lo que está en juego son el empleo, la industria, el comercio y la estabilidad de los países.
Los globalistas sostienen que la interconectividad económica beneficia a todos al promover la eliminación de barreras comerciales y acuerdos internacionales para crear mercados más competitivos. Encuentran en la atracción de inversiones extranjeras sin restricciones, una valiosa oportunidad para la innovación y el desarrollo tecnológico, generando más oportunidades de crecimiento.
Actúan en el marco del neoliberalismo económico, ya que también defienden la movilidad laboral global como una ventaja para cubrir la necesidad de talento en diversas industrias. Los expertos en el tema consideran “que un estado con regulaciones mínimas facilita el comercio y la inversión, permitiendo que las fuerzas del mercado asignen los recursos de manera más eficiente. En su visión, el crecimiento global reduce la desigualdad al generar oportunidades en economías emergentes y fomentar el intercambio de tecnología y conocimiento”.
Para los soberanistas, el globalismo ha aumentado la desigualdad, beneficiando, en gran medida, a las grandes corporaciones y debilitando las economías locales. En este contexto, promueven el proteccionismo económico a través de aranceles y regulaciones que fortalezcan la producción nacional, tal como lo está haciendo el presidente Donald Trump
Los soberanistas consideran que las inversiones extranjeras deben estar reguladas para evitar que intereses extranjeros se apropien de los sectores estratégicos. Por lo tanto, buscan promover y proteger el empleo local y garantizar derechos laborales. En franca oposición con el globalismo, buscan fortalecer el poder del Estado en la economía la economía, ya que aseguran que los recursos nacionales deben beneficiar a la población en lugar de hacerlo con los inversionistas extranjeros. Los soberanistas, como Donald Trump, desconfían de los acuerdos multilaterales y prefieren estrategias nacionales para asegurar mantener el control sobre su economía y la sociedad.
Abro una reflexión que tiene que ver con el Gobierno Mexicano que, de acuerdo a las acciones de la presidenta Claudia Sheinbaum, ha salido adelante frente a las amenazas de un gobierno soberanista trumpista, ya que Sheinbaum está presentando un modelo económico mexicano en el que se percibe una combinación pertinente para aprovechar los beneficios de la globalización sin perder la soberanía económica y enfocado a responder primero a las necesidades locales en concordancia con las oportunidades globales. Por eso Trump y su equipo de gobierno ven y reconocen a una presidenta fuerte e inteligente que la frágil oposición mexicana intenta ningunear sin rumbo fijo y sin dirección.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Ajedrez Político SLP.

JAIME CONTRERAS HUERTA
Maestro en Historia por el colegio de San Luis A.C. y Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.