Reina del mediodía

Por Jorge Ramírez Pardo

LEONEL MACIEL, PROVOCADOR TROPICAL

Colorido y sensualidad

Leonel Maciel –cuando lo conocí- ya era un mito en construcción generado por su amigo/hermano Octavio Bajonero; ambos denominados por este neo-mexicanistas de la pintura mexicana. Ello en relación a la pintura mexicana surgida con el muralismo y afianzada, entre otros movimientos, el Taller de Gráfica popular y  por el Salón de la Plástica mexicana.

 

Expresiones plásticas, las del muralismo mexicano inicial y sus imitadores pintores en muro o caballete,  –también dibujo, grabado y escultura- fuertemente cuestionados por el grupo o generación de La Ruptura; cuyos destacados integrantes son: Enrique Echeverría, Alberto Gironella, hermanos Pedro y Rafael Coronel, Manuel Felguérez, Vicente Rojo, Lilia Carrillo, Fernando García Ponce, Cordelia Urueta, Francisco Corzas, José Luis Cuevas; secundados por los extranjeros Vicente Rojo, Marhias Goeritz, Vlady, Kasuya Sakai; por el intergeneracional Juan Soriano, y el mutimodal Francisco Toledo y seguidores-, irruptores en las vanguardias del siglo XX, algunos de expresiones  abstractas o mixturados con lo figurativo y no exentos de abordajes con tono de mexicanidad.

 

Esto es, el grupo no formal, pero real, al cual pertenecían Leonel Maciel y Octavio Bajonero, Javier Arévalo, algunos discípulos de Frida Kahlo conocidos como “los Fridos”, -entre ellos, Arturo Estrada Hernández, Guillermo Monroy y Fanny Rabel, optaron de nuevo por lo narrativo y la mexicanidad colorida.

 

A la distancia hubo, además de los dos primeros mencionados, una pléyade de artistas cercanos a Bajonero, como ellos pertenecientes al Taller de gráfica Molino de Santo Domingo y próximos al neo-mexicanismo en la Plástica mexicana: Miguel Álvarez Acosta, Philip Bragar, Carlos Coffeen, Benito Messeguer, Nunik Sauret, Felipe Dávalos, Ignacio Miranda, José Luis Farías, Juan José Beltrán, Juan Manuel de la Rosa y Carla Rippey, entre los más destacados.

ANTES DEL MITO MACIEL

 

Maciel y Bajonero eran una suerte de hermanos, siempre contrapunteados, siempre próximos, siempre aliados. Ambos estudiaron en La Esmeralda, escuela nacional de pintura y escultura, y luego formaron parte del taller Molino de Santo Domingo.

 

Leonel Maciel, nacido en la comunidad Soledad de Maciel –oh, sino para el destino-, municipio de Petatlán, Guerrero, es artista consumado con manejo mágico y subyugador del color, culto y lector, irreverente, aventurero, seductor, narrador oral y pictórico, cocinero, bromista con sarcasmos inofensivos. Leonel juvenil era hombre atractivo mestizo, con presencia fílmica y gran parecido con el actor Noé Murayama, pero más inteligente y carismático. Aunque eran de la misma edad, llamaba a Octavio Bajonero “viejillo”. Desde hace años vive en Tepoztlán, Morelos.

 

Octavio Bajonero, nacido en Charo Michoacán de madre purépecha, además de alumno, fue director de La Esmeralda, director fundador del Taller Molino de Santo Domingo. Maestro consumado de técnicas de estampa, en aulas y fuera de ellas. Como maestro de estampa e impresor de distintas variantes de la misma, formó una extraordinaria colección de grabados y una biblioteca del mismo tema –luego donada al Museo nacional de la estampa-. Pero es aún más célebre su colección de más de 3 mil piezas de calaveras, donadas y base de la colección del Museo nacional de la muerte en la ciudad de Aguscalientes.

 

Bajonero, el sistemático, el coleccionista, el ordenado, con frecuencia expresaba reflexiones respecto al ser y deber ser de las artes plásticas mexicanas. Algunas las consignaba por escrito y, una de ellas, fue clasificarse e incluir entre sus contemporáneos a los neomexicanistas; era gran promotor de ellos, de Leonel más, mitificado por Octavio y por sí mismo.

 

Alguna posterior entrega será dedicada al maestro Bajonero.

 

Más de su amigo Leonel.

EL MITO MACIEL

 

Cuando Octavio, su amigo el “viejito”, me presentó a Leonel Maciel, topé con un conversador a la altura cuentística oral del escritor chiapaneco Eraclio Zepeda –quien entonces hacía gira por México como cuentacuentos-.

 

Octavio ya me había mostrado pinturas y grabados de Leonel, y tenía en la estancia mayor de su casa el cuado/mural elaborado por Maciel “La Chaneca ejtá pariendo a Bembo Parota”. También conocía su singular cristo perteneciente a la colección permanente Pintura mexicana 1920-1980 del Museo de Arte Moderno, CDMX.

 

Pero la primera aproximación personal fue con un Leonel narrador de pasajes de su vida alimentadores de su propio mito:

 

Cuando niño, atravesaba al anochecer, con mis amigos, el río de Petatlán, próximo a su desembocadura en el océano Pacífico. Era para toparnos con imágenes, colorido y luces fascinantes porque ahí estaba las casas alegres de la farándula nocturna. Magia, música, cachondez, lentejuela, cerveza y trago fuerte. Años después descubrí imágenes similares en la película “En este pueblo no hay ladrones”. Algunas imágenes las dibujaba, pero no pensaba en ser pintor, sino aviador. Yo no lo sabía, pero la búsqueda y generación de imágenes fantásticas me atrapó por siempre.

 

Pero, uno de mis mejores hallazgos, cuando ya sabía de amores y sinsabores, fue cuando estuve por primera vez en la ciudad de México, acompañado de un primo. Cambié de un mundo tropical, sin sentimientos de pecado y menos de culpabilidad. Allí había doblez de intenciones e hipocresía –antes ni conocía el término-, pero me impactó el Centro Histórico, calificado por Humboldt como ciudad de los Palacios.

 

Ya estaba cansado de tanto ruido y contaminación, pero, de pronto, pasamos por un edificio diferente. Había en la calle volúmenes singulares –luego los identifiqué cono esculturas modernas-. Entramos, nadie lo impidió y había múltiples expresiones coloridas en distintos tamaños, texturas y colores.

 

Pregunté qué era ahí y a que se dedicaban.

  • Es La Esmeralda, escuela nacional de pintura y escultura, me dijeron. Hay talleres para eso, para hacer pintura, dibujo, grabado y escultura
  • A eso se dedican…, de verdad eso hacen. De aquí soy. A mí no me gusta trabajar.

 

Y desde entonces me dedico a jugar, hago pintura, grabado y me divierto.

 

En otra ocasión, alguien le hablo del polo norte del mundo y decidió incursionar en aquella latitud. Nacido entre calideces tropicales, se fue varios años a Islandia, luego bajó a Europa central. Cinco años de andar en el norte y regresó a México para consolidarse como el singular, vital arista y narrado –pictórico y verbal-.

PROVOCADOR TROPICAL, FAUNO CON AUTORRETRATOS SENSUALES

 

Hace unos años, se inauguró en la galería Zacarías, CDMX, una muestra en acuarela de mediano formato de autorretratos de Leonel Maciel entrelazado con distintas mujeres. Su precio de venta no era bajo y, sin embargo, la treintena de piezas expuestas fueron –todas- arrebatadas por los coleccionistas esa misma noche.

 

El pasado 3 de diciembre, el suplemento La Jornada semanal, publicó el ensayo: LEONEL MACIEL. PORNOPINTURA Y LUJURIA CREATIVA, de la autoría de Miguel Ángel Leyva, acompañado de estas últimas imágenes mostradas.

 

Es un acercamiento a la Capilla sixtina laica/sensual de Leonel. Es la vuelta al niño Maciel cuando cruzaba a nado el río Petatlán para mirar la fantasía festiva de luces y sensualidad, sin culpabilidad mocha, con asombro por la magia transfigurada.

 

El autor deja asentado en un recuadro: La obra de Maciel “no puede calificarse de mal gusto ni vulgares porque a diferencia de la pornografía, que carece de humor, Leonel las adereza con esa gracia que desvanece cualquier indicio de gravedad, de juicio moral”.

 

Leonel Maciel de una generación posrupturista y un grupo bautizado por su amigo Bajomero como neomexicanista, es una artista de la plástica mexicana tan libre y autodeterminado como el más de los pertenecientes a el movimiento cincuenta/sesentero de La Ruptura.

 

Para concluir, lector, te dejo con dos links de reportajes/entrevistas realizados con Leonel por mujeres periodistas especializas en artes plásticas. De seguro, lector, encuentras un complemento enriquecedor a lo aquí asentado.

 

Helenarte - Leonel Maciel, pintor

VIDEO

 

Leonel Maciel en Luna y Sol, Dualidad con Avelina Lésper

VIDEO

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Ajedrez Político SLP

JORGE RAMÍREZ PARDO

Periodista cultural y divulgador científico

Potosino, Con estudios de Cinematografía, y de Periodismo en la UNAM. Realizador de cine. Docente en la UNAM, Colsan e ILCE/OEA y (actualmente) en el Centro Universitario de las Artes de la UASLP. Tallerista para UNAM, SEP y Unesco, en tecnológicos y universidades mexicanas, y para el ministerio de Educación de El Salvador. Productor del diario fílmico CINECLUB enred@rte.

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