Torre Cultural
Por Pedro Félix Gutiérrez
Astronomía, Arquitectura, Música y Literatura
En el tiempo en que se observaban los astros y se descubrió que tienen una armonía y una distancia proporcional entre uno y otro tomando al sol y la luna como referentes, los planetas forman ocho cuerpos celestes, a partir de ahí se crea en la tierra el tetracordio de cuatro cuerdas.
Posteriormente secreta el octacordio y este es la base de la escala musical según los griegos, que con la ley de Pitágoras confirman las observaciones chinas en astronomía y música.
De igual manera que los seres humanos se reproducen, unos sonidos pueden reproducir otros, multiplicarse y dar variedad a cada pueblo, región, país o cultura.
Los sonidos son señas que generan puntos de tensión, relajación, comienzo o final de pensamientos musicales que se vuelven armónicamente estructurados en patrimonio de un pueblo.
Pero la noche del concierto que apertura a la temporada en el Palacio de las Bellas Artes nos invitó a ver el esplendoroso espacio el proyecto de Balmori iniciado en 1904 y terminado 30 años después, una mezcla de arte Deco y arte Noveau en mármol blanco, negro, rojo y amarillo en exteriores e interior, impresionantemente bello, cada vez es una sinfonía escultórica, así catalogado porque su fachada al estilo decorativo de la época, el arte Noveau tiene esculturas de distintos artistas integrados a su arquitectura.
Un edificio de tres cuerpos con columnas y el grupo central es la armonía, representada por una mujer, rodeada de los estados del alma musical: el dolor, el aura, la alegría, la paz y el amor. Rodeada de querubines las esculturas de la música a la izquierda y la inspiración a la derecha. Flanqueando el pórtico, las de la edad viril, la juventud, la paz y la verdad. En todas empleadas figuras femeninas de exquisitas redondeces. Varias danzantes en la base y adentro los murales de Rivera, Orozco, Tamayo y Siqueiros.
Son las 8.30 de la noche y eran 78 músicos en el escenario: 13 primeros violines,10 violas, 9 violonchelos (cellos), 8 contrabajos, un arpa, el piano, maderas y metales completos tres de cada uno, siete percusionistas.
Así está integrada la Orquesta Filarmónica de San Luis Potosí abriendo la temporada en el Palacio de Bellas Artes.
Inicia el programa con la obertura de temas hebreos, de Serguéi Profófiev a quien un grupo de judíos migrantes de USA, le dan unos cuadernos de canciones folklóricas judías que él completa en 1919. Es un tema festivo de aires gitanos, después un tema muy melódico. La música popular judía tiene una cualidad paradójica, feliz y trágica a la vez que festiva.
Después el público de puso atento y expectante para escuchar el Concierto para Piano Número Uno de Federico Chopin, compositor polaco del periodo musical romántico y quien influyó notablemente en Bach, Liszt y Beethoven. Fino y delicado Frédéric Chopin conoció el instrumento más que nadie.
La ejecución del pianista ruso mexicano de 16 años como solista fue impecable en su debut. Y el final Sherezada de Nicolai Rimsky Korsakov, composición basada en las mil y una noches que combina la música rusa en una deslumbrante y colorida orquestación. Es el nacimiento de la música nacionalista, Rusia Glinka ,y el grupo de los cinco que encabeza Korsakov, integran el folklore de una región, la música popular y culta en una estética de resultados sorprendentes promulgando una música de raíces rusas y una ruptura con la música que llegaba de París en esos años.
Otro modo de sentir y expresar música viva. Los asistentes aplaudieron de pie, entusiasmados, la magnífica interpretación que a todos nos trajo a la memoria uno y otro relato de Las Mil y Una Noches.
Y es que en la Rusia imperial ya estaba internada por el oriente y según José de la Colina "el espíritu literario de Sherezada de más de mil años, su arte verbal, el dominio del fluir del tiempo, el vencer a la muerte cada mañana, era la fuerza de una mujer fascinante, bella, ilustrada que conocía de filosofía, literatura, historia y hacía versos" y el conocerla en su representación musical, una melodía arrebatadora y un sensual solo de violín.
Todos los narradores somos hijos de Sherezada, madre del arte de contar, el relato de relatos, que al contarlos se vuelve cuento y música también.
El maestro José Miramontes Zapata ha logrado posicionar a la sinfónica potosina entre las mejores del mundo. Con sus depuradas interpretaciones y ejecuciones de una calidad superior.
Al salir entró una llamada. "Padre, ¿vendrás? Ya nació tu segundo nieto" y entonces vi una estrella nueva en mi firmamento, silbé una melodía y pensé "¿qué cuentos le contaré?" Y, emocionado, me dirigí al Hospital Español a conocer a Santiago, ese es y será su nombre.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Ajedrez Político SLP
Es académico investigador por la UASLP la cual ha publicado sus libros es considerado buen escritor y poeta sus columnas periodísticas son culturales