El alfil negro

Por Ramón Ortiz Aguirre

El nuevo frente de batalla

“Nervus belli pecunia infinitum”

(El nervio de la guerra es el dinero sin límites)

-Cicerón

Hasta hace unos cuantos años, al escuchar hablar del tráfico y consumo de drogas, pensábamos que eso era algo lejano y que no sucedía a gran escala en nuestro país, mucho menos en nuestro barrio o colonia. No señor, eso no era posible. Se sabía del consumo de algunas sustancias, como la inhalación de thinner o pegamento de contacto, así como de fumar carrujos de marihuana y nada más. Del tráfico de drogas sabíamos que la principal actividad de este tipo se daba únicamente hacia los Estados Unidos, nosotros estábamos libres de ese flagelo y, salvo algunos casos contados, se practicaba en escala mínima.

 

Hoy sabemos que el consumo y tráfico está presente en cada esquina de la ciudad, sin importar la zona económica en la cual nos encontremos. Dejó de ser algo privativo de la periferia y sus zonas marginadas. La adicción no respeta edades ni clase social, tampoco nivel de estudios, color de piel, creencia religiosa, ni cualquier otro espacio de diferencia.

 

En las dos últimas semanas, tan sólo en uno de los periódicos de circulación local se reportó la detención diaria de varios narcomenudistas. En algunas ocasiones se trataba de vendedores solitarios, pero también de bandas completas. Ahora es raro que los detenidos vendieran mariguana, pues lo que más están ofreciendo son drogas sintéticas, como la cocaína, el cristal, las pastillas psicotrópicas, las metanfetaminas y demás porquerías que sólo dañan a quien las consume, a tal grado de convertirlas en personas sin ninguna voluntad, zombis que caminan como autómatas por las calles de la ciudad. De hecho, en algunas colonias ya los podemos ver tirados en plena calle, pidiendo limosna o robando para poder comprar más droga.

 

Me comentaba un amigo que en algunos puntos se puede conseguir lo que uno quiera, siguiendo las pistas que los dealers van dejando. En muchos de los casos la señal más conocida es un par de tenis colgando de los cables de la luz o teléfono, siempre en una esquina. Otra son los altares a la Santa Muerte, y en algunos espacios las imágenes la Virgen de Guadalupe. También suelen dejar marcas pintadas en los muros de las esquinas donde se instalan para la venta.

 

Como núcleo social, hoy libramos una batalla que parece perderemos. La cantidad reciente de adictos que se pierde hasta encontrar la muerte es altísima, así como la de los vendedores de droga que, con aparente complacencia de algunos policías, han hecho de las calles de todo nuestro estado, un campo de combate en donde el nervio de la guerra es el dinero sin límites que reciben y ofrecen los cárteles.

 

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Ajedrez Político SLP

RAMÓN ORTIZ AGUIRRE

ramon.ortiz.aguirre@gmail.com

Originario del Centro Histórico de San Luis Potosí, Profesor Investigador de la Facultad de Ingeniería de la UASLP y Jefe de la División de Difusión Cultural de la misma institución, actualmente jubilado. Especialista en agua y medio ambiente.

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